Kiev se despide de nosotros. Todo ha ido saliendo hoy según lo planeado, si los planes aquí significan algo. Y los papeles están hechos y legalizados. Mañana nos vamos, si el funcionario de la aduana no tiene inconveniente. Yo solo estaré tranquilo cuando crucemos el control de pasaportes y nos sentemos a desayunar en la sala de espera. Entonces ya solo quedará el viaje , con más o menos saltos. Y en casa.
Hemos venido haciendo un paseo de ritual. De ritual de despedida de esta ciudad a la que, a pesar de todo amamos, y que nos gusta, ya a la que previsiblemente no volveremos en mucho tiempo. Para entonces, esperamos que muchas cosas hayan cambiado. Que no piensen en los extranjeros como elementos hostiles (No todo el mundo , claro, pero es demasiado común). Que los funcionarios entiendan que trabajan al servicio de la gente, y no actuen como poseedores de pequeñas y ruines parcelas de poder. Que la prosperidad, o al menos un cierto bienestar, al estilo que tan bien conocemos en nuestro país, se haya extendido por el país. Que eso deje sitio para que se vaya tomando conciencia sobre esos otros temas que, no parecen prioritarios, y que solo sociedades con un grado de desarrollo determinado empiezan a tener en cuenta: El medio ambiente, la prudencia en la conducción, el respeto por el entorno en el que vives... Como decía, cuando me fui por las ramas hemos venido dejando que Kiev nos despidiera, desde la Plaza del Mercado, El Arena City, El Mandarín, el Paseo Khresatik (que calle tan bonita) La Plaza de la Independencia, y finalmente, The Cavern, el lugar que más vamos a echar de menos, el reducto de paz beatlemana que nos llevariamos a España. Nos vamos, parece. Mañana, cuando estemos allí, empezaré el relato de este final, para que conozcais todos los últimos avatares. Algo de melancolía tenemos en estos momentos , en los que ya casi no hay nervios. Pero el deseo de volver, de ver a nuestro hijo, de abrazarle, de juntar al fin a nuestros niños y de ser cuatro en casa, es infinitamente más poderoso. Y el de veros, y recuperaros a todos. Muchos besos, por última vez desde The Cavern, desde Kiev. Mayte, Teresa y Javier.